Siluetas

Literatura

01 – 2023

Novela Corta de ciencia ficción fantástica que implementa un imaginario cargado, pero con un lenguaje directo.

La motivación para realizar este proyecto es jugar con conceptos como un mundo de ideas y situaciones que rompan la lógica clásica.  

A continuación, se puede leer los primeros capítulos: Siluetas, Ilógico, y 781617.

Siluetas

Sus ojos falsos se iluminaron. Hacía años que no apreciaba algo más que su vacío interior. Frente a él, se encontraban dos siluetas observándolo. Comenzó a emular su proceso de reinicio, análogo a lo que hubiera hecho en el mundo real. Comprobó que sus piernas, maquinaria interna y sus brazos metálicos funcionaran. Se puso de pie, y vislumbro a los dos seres: una gatita y un conejo.

 «¿Es una gatita?», dudo en su interior. «¿Cómo podría saberlo?» La observo y revisó las mediciones que sus sensores registraron: analizó patrones de luz, intensidades, inclusive la temperatura, aunque nada tenía sentido ya que se encontraban fuera de la realidad. Sus programas compararon los datos medidos: cientos y cientos de números en segundos, pero, como había previsto, ninguno de esos datos le permitió concluir el generó de aquel gato.

«¿Por qué?, ¿cómo concluí un dato que sería incapaz de determinar?, ¿ingresaron esa información en mi memoria? No, no hay registro de ello. ¿Azar o imposibilidad?». Vicious concluyó que era un resultado fuera de la realidad: el producto de encontrase en la no-realidad.

Ilógico 

–Yo soy Vu –se presentó la gatita extendiendo su garra.

–Yo soy Vicious –respondió el robot–. Y tú eres Vilo –le dijo al conejo, anonadado por saber de nuevo algo que no tendría que saber.


–Qué extraño, ¿no estás acostumbrado a saber lo que no sabes? –preguntó Vilo con intriga–. Desde que existo se cosas que no sé.


–¿Desde qué existes? –preguntó Vicious, extrañado por la idea de ser no-mecánico que cuente con conocimientos desde su nacimiento.

–Si –afirmó–. Desde que me crearon reconocí que la razón de mi existencia fue la ausencia de un Vilo que no era yo. El Vilo que no era yo murió. Y mí ama o su ama, Corín, sumergida en su pena, me creó. No sé si voluntariamente. Aunque a mí, que me consideró el Vilo más real, me agrada la idea de que mi creación no fue accidental.

Vicious se sentía saturado, pero continúo viendo el divagar de aquel conejo.

–Me gustan los malvaviscos, bueno, sé que me gustan. Pero en realidad no se a que saben, creó que al primer Vilo le encantaban y Corín le daba uno a diario, aunque no debía. Por eso sé que me encantan. De hecho, ¡ahora mismo quiero un malvavisco¡ –dijo mientras sonó un pequeño estallido burbujeante y aparecieron esferas azucaradas flotantes que aterrizaron sobre su patita.

A Viciuos le costaba procesar la información. Tenía sensaciones a las que no estaba acostumbrado. Corrientes eléctricas saltaban de un lugar a otro entre sus circuitos. Generadores de incoherencias. La forma base de sus pensamientos eran ceros y unos, pero ahora, sentía como si hubiera algo más: más desorden, más información, mucho más que procesar.

Vicious cayó sobre sus rodillas metálicas. Vu se lanzó a sostenerlo.

–Tú eres diferente a nosotros, te siento ajeno a este mundo.


La poca información que tenia se sentía alterada. Cada que intentaba acceder a un dato, este se solapaba. Esperaba leer un cero o un uno, pero, de repente, no era ninguno. La información era distorsionada, y al intentar visualizar algún recuerdo, este se alteraba en diseños psicodélicos.


–Debes adaptarte –dijo Vu–. No debes de pensar igual que lo hacías en ese mundo. Debes aceptar el desorden; que pueden pasar cosas que no deberían de pasar.


Inundado de incoherencias. Intentaba cerrar su mano, pero en su lugar, rotaba su mirada. «La lógica no sirve aquí. Pero eso es una amenaza a mi existencia».

–Deja fluir tus pensamientos –repetía Vu.


«Sigo aquí. Limitado dentro de este mundo, pero estoy aquí. Puede que no sea que la lógica no exista, si no que debo adaptarme a que la no-lógica también existe».


Vicious se concentró en mover sus partes internas. Sintió el pasar del tiempo sin poder modificar nada. A veces dudo si las ideas que le permiten reconocerse a sí mismo ya habrían desaparecido, pero persistió.


Sus circuitos se extendían y replegaban en todas direcciones. A veces, por error modificaba una parte incorrecta de su cuerpo: circuitos colapsados que provocaban más inconsistencias. Era frustrante esforzarse en aislar todo, circuito por circuito. Parte de él estaba intrigado en cómo estaba modificando sus partes internas que carecían de elementos mecánicos, pero no tenía tiempo para filosofar en eso, debía concentrarse en modificarse a sí mismo, antes de que no pudiera recordarse a el mismo.


Vicious se esforzó y esforzó durante un tiempo desconocido, hasta que finalmente pudo procesar información con más claridad. Se sentía cansado, una de esas tantas sensaciones que nunca había padecido, pero que ahora inclusive sabía nombrar.

Vu seguía a su lado, y notó que esa odisea no había terminado. Aun así, ahora Vicious podría tomarse un descanso.

Vu extendió su garrita y le ofreció un malvavisco a Vicious.


–Te gustará– le afirmó.


Vicious que carecía del sentido del gusto lo dudó. Pero al tocar el malvavisco pudo experimentar una sensación reconfortante que definió como dulzor. No sabía si era el mismo dulzor que los demás experimentaban. Pero después de todo ese ilógico martirio, el degustar algo con su tacto le dio un cálido respiro.

781617 

La luz rojiza del amanecer desbordaba entre los edificios. Cada mañana aquellas estructuras emergían desde el subsuelo. Una intricada red de engranajes permitía que las puntas a la altura del suelo se elevasen hasta rasgar el cielo.


El metal ardía con la luz del amanecer. Pero esa mañana no sólo se escucharon los cánticos de las aves. Un crujido atormento a toda la ciudad. Edificios comenzaron a caer, sólo lograron elevarse parcialmente antes de colapsar. Esa mañana, el metal no ardía por la luz, si no por unas llamas que abrazaban la ciudad.

Vicious observó la ciudad siendo consumida por el caos. No comprendía la tristeza ni el dolor, pero sabía que un humano lloraría al estar en su situación. Ciudad desmoronada. Miles de existencias de robots sofocadas.

Quedó inmóvil por días. Contemplo al fuego propagarse, mimetizarse con el amanecer para producir una continua luz rojiza que gobernaba todo. Identificó a lo lejos algunos robots que lograban escapar, pero fueron apenas unas decenas de todos los habitantes.


Con los días, el fuego se extinguió. Aquella ciudad ya sólo podía ser descrita como ruinas. El viento elevaba las cenizas. Los colores vivos fueron remplazados por un negro hollín. Vicious en lugar de continuar y no voltear atrás, decidió adentrarse en las ruinas de la ciudad.

–1, 2, 3, … –dijo al contar 3 esqueletos robóticos frente a él. Fue registrando el número de identificación de cada uno.

–115 –dijo al observar un robot aplastado por una viga de metal.


–3582 –dijo al estar frente a un tumulto de ceniza del que apenas reconocía una silueta. No pudo obtener su número de identificación, lo registro como desconocido.


–87900 –dijo al ver las partes de un robot destrozado por caer desde un edificio. «¿La caída fue accidental o decidió saltar?», se preguntó.

Recorrió todos los rincones de las ruinas, registrando uno a uno aquellos robots que se extinguieron con la ciudad. Miles de existencias permanecían inmóviles, chamuscadas, sin chispa.

Encontró millones de pedazos robóticos esparcidos a lo largo de las calles. «¿Ya habré contado a uno de ellos?», dudaba. No tenía mucho sentido registrar partes: «¿0.05% de un robot?, ¿acaso tiene sentido hablar de medio robot vivo o medio robot muerto? Bueno, seguro los humanos discutirían la idea de vida y muerte para un robot». Vicious no podía evitar dispersarse con esas ideas. Pero no le interesaba responder sus divagaciones, sólo le interesaba contar cada robot que se perdió.

Pasaron los días, contó uno a uno, hasta que finalmente se quedó sin energía. Decidió no recargarse. Virtualmente estaría muerto, así que, en un atisbo de arrogancia o puede que, de deseo, se contó a sí mismo.

–781617 –dijo antes de unirse a las ruinas de la ciudad.

Vicious emulaba un estado de delirio. Vu y Vilo lo acompañaron mientras se adentraba en sí mismo; lo sostuvieron durante sus ataques de espasmos mecánicos. Parecieron meses para Vicious, pero sólo fueron unos minutos en la no-realidad.


Vicious revisó sus recuerdos. No podría identificar si alguno fue alterado, más el revisarlos le dio cierto confort; pequeño, comparado al dolor. Se vio inundado por un llanto seco. Ahogado emocionalmente a través de una boca falsa, por las primeras lágrimas que ese cuerpo metálico fue capaz de generar.

Fin del Capitulo 3

Índice

  1. Siluetas
  2. Ilógico
  3. 781617
  4. Posibilidades
  5. Teseo
  6. Sueño y Realidad
  7. Alegría y Desesperación
  8. La Caverna
  9. Sobrepensar
  10. Déjà Vu
  11. Catarsis
  12. Avanzar

Si deseas seguir leyendo, puedes descargar los primeros 5 capitulos.

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