Literatura
01 – 2019
Relato Corto en el que experimente con tintes metafóricos y oníricos. La motivación para realizarlo fue un pequeño concurso de relatos basados en Portugal. Por lo cual, quise usar algunos toques poéticos al pensar en Fernando Pessoa, aterrizando la historia en la manifestación pacífica de 1974 contra la dictadura portuguesa —homologa a la dictadura franquista de España—.
Realice muchos juegos metafóricos de lenguaje. Aunque era mi objetivo, obtuve un relato difícil de comprender. Siempre hay que tener cuidado cuando los juegos de lenguaje se realizan a costa de perder comunicación.
Frente a los días que ya no son míos, como persona acompañada de un águila real, devuelto por mi necesidad de navegar, de vivir y de razonar. Había pasado tal vez ya un centenar de ocasiones como un ente ambiguo, observante sin sentir. Viviendo y no viviendo escenas de un mundo al que ya no pertenezco, y tal vez, al que nunca pertenecí.
Hace mucho de mi enterrar, más que sabré yo del tiempo ahora, sin el control de los acontecimientos que presencio, y con apenas capacidad sobre mi andar. Pero, para que lamentarme, mejor apreciar esta dicha y contemplar. Caminé entre calles para comprender la actualidad, y miré a un anciano que denotaba intranquilidad. Contaba sus escudos lentamente, uno a uno, mostrando en su cara temor. Se acercó a un vendedor, pidiéndole un favor, un pequeño hueso de pollo para su perro, el Dorador. El vendedor se lo concedió con amabilidad, pero de su mirada era claro que ese hueso, en realidad, era para su almorzar.
Continúe y continúe, preguntándome, porque habré caído aquí. La madrugada me alcanzo, me envolví en mi saco, como un viejo reflejo, desando el frio sentir. En una obscuridad tranquila, escuchaba recuerdos como a la sombra de una encina, sin notar que me vi inmerso dentro de una multitud. Tierra fraternal, cantante por sus pasos. Mendigos con sueños, enardecidos sin un Sebastián, que cruzaban bajo el arco de la gloria, el genio y el valor.
Quise sentir nausea ante esa hostilidad, surcantes como falsa oposición. Y arrastrado hasta el mediodía, dilucide lo inverosímil que marcaba esta ocasión. De las nubes leves y tibias, que emanaban luz. Masas anónimas embestidas de gentes, y fusiles goteantes de rojos de Celeste. Cabezas que se negaban a seguir a una, corazones beligerantes portadores de una flor, que retoman un cetro roto con valor. Porque casi sin violencia, amaneció, muchedumbre apoyando desde el dolor. Un fin del principio que viví, y sin sentir nausea de esta ocasión. Me acerque para observar un cambio del que de mi alma no surgía mucho interés. Y yo, torpe en mi andar, perdiendo el control de mí una vez más, me sentí acercándome a mi desvanecer. Curiosamente, pasando por un viejo hogar, el numero dieciocho en el que, de reino a imperio, como trinchera divise una salvaje transformación. Y ahora, yo ahí de frente a ruinas pasadas y presentes, ilustrado por la ironía que pareciese un ente en sí mismo, y bien lo podría ser. Casi como falsos traumas que me persiguen aun después de mi marchitar. Y me vi, extinguiéndome una vez más, preguntándome que otra actualidad visitare o si este será mi final.
A continuación, puedes descargar el relato si lo deseas.